sábado, 14 de noviembre de 2009

Sesión 5 (Crónica de Alberto)

Primera sesión de Darío

Comenzamos con una charla de introducción-motivación, lo primero, no nos va a enseñar nada, lo vamos a aprender nosotros. Vamos a utilizar un método en el que trabajaremos la improvisación por grupos de 5, en el cual saldrán historias a través sobre todo de la escucha activa, el saber que esta pasando todo el rato a mi alrededor sin tener la mirada fija en todos sino regalándosela al público.

Con eso comenzamos la parte práctica, nos empezamos a mover por el espacio, cada vez más rápido y comenzamos con la mirada. Fijamos la mirada en un punto de la sala, que no este en el suelo, ya sea un punto de la pared, un objeto o lo que sea y nos empezamos a dirigir hacia él cuando vemos que estamos acercándonos o cuando queríamos, cambiamos drásticamente la dirección y fijamos otro punto que es hacia donde nos tenemos que dirigir. Después fijamos la mirada en la persona con la que nos vamos cruzando hasta que se pierde de vista. Seguidamente el espacio empieza a verse perturbado por Darío, que nos va delimitando el espacio con sus brazos, a veces topándonos con un gran espacio y de repente encontrándonos con un espacio muy limitado, en el cual teníamos que estar muy apretados.

Continuamos con todo el espacio, pero al escuchar una palmada de Darío, tenemos que quedarnos parados y t5ener un punto fijo de referencia que no estuviera en el suelo, este punto nos serviría para fijar la mirada y mantenerla durante todo el tiempo que estuviéramos parados, con otra palmada continuábamos el movimiento. Seguidamente el movimiento tenia que cambiar para ir ocupando los tres niveles. Tras esto, el movimiento en vez de estar regulado por Darío, empezábamos a dirigirlo nosotros, lo que decía que empezábamos con la escucha activa, cuando alguien proponía un movimiento, era aceptado por los damas que continuaban con ese mismo movimiento, también se podían hacer paradas, que se mantenían hasta que surgía una nueva propuesta.

Moviéndonos por el espacio, surge un secreto que nadie sabe quien lo tiene y nadie sabe lo que es, pero ese secreto se tiene que ir moviendo, todos andando, continuamos con la mirada alta, mirando a los ojos con el que nos cruzamos o a un punto que no estuviera en el suelo, y en vez de uno, empiezan a surgir mas de un secreto que se empiezan a mover por la sala. Estos secretos no son más que bolas de malabares que se van pasando de mano en mano con la mayor discreción cuando pasamos cerca de alguien.

Nos colocamos en círculo y con una pelota nos la empezamos a pasar sin movernos, cada vez que pasamos decimos nuestro nombre, tras un rato, en vez de decir nuestro nombre, pasamos a decir el nombre de la persona a la que le estamos pasando la pelota y en un ultimo juego, pasamos a decir el nombre de la persona que nos la ha pasado. Comenzamos a movernos por la sala y a empezarnos a pasarnos la pelota, para ello, el pase tiene que ser claro, el balón no puede caerse, por lo que fijamos bien la mirada con alguien para dar el pase, nos aseguramos de que nos esta mirando, de que acepta nuestra propuesta, seguimos jugando pero ahora con dos pelotas. Cuando volvemos a jugar solo con una cada vez que pasamos, tenemos que decir el número de pase por el que vamos, comenzamos del 1 al 10 y regresamos al 1, en el momento que se dice 1, nos paramos y volvemos a fijar la mirada en un punto.

Tras este calentamiento, que va a ser hoy un poco más largo de lo normal, comenzamos con las improvisaciones de 5 personas. Lo primero es la presencia escénica, por lo que estando los 5 en línea frente al publico, a la orden de preparados estamos en nuestro punto, a la voz de prevenidos, ya estamos a la vista del público, así que fijamos una posición, mirando a un punto nunca del suelo, por encima del publico un punto final, con profundidad. Y a la palabra de corten es cuando estamos fuera de la visión del público, por lo que podemos dejar de mantener esa posición fija.

La primera improvisación trata de a través de solo dos posiciones, de pie y agachado, encuclillas, teniendo que estar 3 personas de pie y dos encuclillas, variando, levantándonos y agachándonos, montar una “película” escénica. Las 5 personas estamos primero colocados en línea, uno al lado del otro, la segunda es similar, pero colocados en fila, uno delante de otro.

La ultima improvisación se hace igual que la primera, todos en línea, pero en vez de con 2 posiciones, con 5. Las dos ya dichas antes, más saltando, y tumbado, boca arriba con los pies cerca del público y la cabeza levantada para mirar al público. La última es tumbado boca abajo con la cabeza más cerca del público y seguimos mirando a este.

Escucha, piensa, siente, medita, expresa, disfruta, llora, ama, VIVE!!!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sesión 4 (crónica de Elena)

Desde el suelo y con una música que resulta como un zumbido en el oído, en una hora en la que lo realmente apetecible es una siesta, dará lugar nuestra sesión. De pronto, todas esas notas, comienzan a tener sentido. Un sentido interno, como siempre. Se canaliza por todos los rincones de tu cuerpo. Saltando de lunar en lunar por la superficie de la piel, pero adentrándose poco a poco por tus apachurradas tripas. Tu cuerpo toma actitudes y tu mente se queda en blanco. Fluir, dejarse llevar, aprender a sentir. A partir de este momento, trataremos de transmitir todo tipo de emociones, típicas o atípicas, individuales y colectivas.

Lo anormal empieza a cobrar valor, la creatividad tiene su apogeo. Tras cruzar la puerta de la sala, lo de dentro es correcto, válido; pero eso mismo, a fuera, imprudente, alocado. Los objetos materiales son capaces de pasar por distintas fases; desde una pinza-fotográfica, una medalla-volante-cinturón, y acabando por una castaña a modo de reloj. Las posibilidades son infinitas y la imaginación dará pie a elaborar risueñas historias grupales. La misma música del principio sumada a las distintas variantes de un objeto nos ayudará a interactuar y adentrarnos en un mundo ilógico-real. Además trabajaremos con el peso del compañero, para saber que lo ocurrido no es sólo "cosa tuya".

Todo se acaba cuando hago botar mi manzana amarilla, en el vagón del metro, simulando una pelota de tenis, y enseguida, ese señor racional se dirige hacia mí para recordarme: “señorita, disculpe, la clase ya ha acabado”.

Lástima que reduzcamos las utilidades de las cosas y las ganas de sentir a sólo una vez por semana y con dos horas de duración.