Lo anormal empieza a cobrar valor, la creatividad tiene su apogeo. Tras cruzar la puerta de la sala, lo de dentro es correcto, válido; pero eso mismo, a fuera, imprudente, alocado. Los objetos materiales son capaces de pasar por distintas fases; desde una pinza-fotográfica, una medalla-volante-cinturón, y acabando por una castaña a modo de reloj. Las posibilidades son infinitas y la imaginación dará pie a elaborar risueñas historias grupales. La misma música del principio sumada a las distintas variantes de un objeto nos ayudará a interactuar y adentrarnos en un mundo ilógico-real. Además trabajaremos con el peso del compañero, para saber que lo ocurrido no es sólo "cosa tuya".
Todo se acaba cuando hago botar mi manzana amarilla, en el vagón del metro, simulando una pelota de tenis, y enseguida, ese señor racional se dirige hacia mí para recordarme: “señorita, disculpe, la clase ya ha acabado”.
Lástima que reduzcamos las utilidades de las cosas y las ganas de sentir a sólo una vez por semana y con dos horas de duración.
2 comentarios:
Gracias chic@s por hacerme disfrutar de la locura expresiva que cada jueves nos hace reencontrarnos.
Yo también les doy las gracias por hacerme partícipe por medio de este blog, estoy disfrutando casi como si estuviera ahí.
(La loca que antes ponía su granito de arena en el taller 1)
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