sábado, 5 de diciembre de 2009

Sesión 6 (Crónica de Montse)

Al principio de la clase intentamos explicar en qué consiste la improvisación desde el punto de vista que vamos a utilizar ya que es muy importante saber cuáles son los pasos a seguir.

Empezamos caminando por el espacio, erguidos, con energía, mirando al frente. Dejamos de mirar al frente y nos mirábamos a los ojos unos a otros con los compañeros que nos cruzábamos.

Nos empezaron a reducir el espacio por el que nos desplazábamos, mientras nosotros nos movíamos con la misma energía. El espacio seguía reduciéndose hasta que sólo nos podíamos desplazar en dos metros cuadrados.

El espacio se volvió a hacer amplio; lo que teníamos que hacer era andar o permanecer parados todos a la vez, pero sin decir nada; sin decir si íbamos a andar o si nos quedábamos parados.

A continuación hicimos otra dinámica. Todos estábamos parados, de pie, y nos decían un número; entonces tenía que empezar a nadar el mismo número de personas. Pero nos movíamos de forma impulsiva, sin llegar a ningún acuerdo para ver quién era el que andaba. El resto de las personas se quedaban parados.

En la siguiente dinámica, mientras nos desplazábamos por el espacio, nos pasábamos un balón unos a otros, sin pararnos y sin que la pelota cayera al suelo, lo único que hacíamos para asegurarnos de que el balón iba a ser recibido por otro compañero, era mirarle a los ojos.

Una vez que habíamos hecho estos ejercicios para “calentar” y concentrarnos, empezamos a practicar lo que empezamos a hacer en la sesión anterior. Aprendimos a utilizar la energía kinestésica, los impulsos que sentíamos a través de la música o a través de lo que hacían nuestros compañeros.

Salíamos a hacer la práctica en grupos de cinco y nos poníamos en hilera, uno al lado de otro. Sonaba la música, y teníamos que, o estar de pie o de cuclillas; e intentando permanecer tres e nosotros agachados y dos de pie. Nuestra actitud era firme, con una mirada alta y puesta en un punto fijo. Teníamos una visión amplia y podíamos ver a alguno de nuestros compañeros, pero no se podía ver a todos; prácticamente se tenía que percibir si se agachaban o si estaban de pie para conocer la posición de todo el grupo. Siempre conseguíamos conectar entre nosotros y entrar en un “juego” que surgía por sí sólo, sin una comunicación verbal.

Después introdujimos variables; en vez de hacerlo en hilera, se hacía en fila; de esta forma la información que recibíamos de nuestros compañeros era menor. Ya que los de delante no pueden ver a los de detrás.

Y ya para acabar, la otra variable que se introdujo fue que, además de los 2 movimientos anteriores, también podíamos o tumbarnos boca arriba o boca abajo, o botar en el sitio, dándole la duración al movimiento o las repeticiones que creyéramos oportunas.

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