lunes, 15 de febrero de 2010

Sesión 9 (Crónica de Blanca)

Para comenzar la a sesión supervisada por Queque empezamos con un juego que nos ayudaba a concentrarnos. Nos pasábamos una pelota entre nosotros y teníamos que pronunciar el nombre de quien nos la pasaba antes de de que la pelota cayera en las manos.

Después empezamos a eliminar a quien se confundiera hasta que solo quedaron dos supervivientes.

Por unos minutos nos convertimos en samuráis para que nos transmitieran su fuerza, su energía y su concentración. El primer samurái alzaba su espada al grito de ¡iiiaa! A continuación los samuráis que estaba a su derecha y a su izquierda se compenetraban para clavar sus espadas a la vez al grito de ¡zas! Cuando el primero estaba atrapado por las dos espadas, lanzaba su energía a otro samurái gritando ¡jum! De nuevo este levantaba su espada pronunciando con energía ¡iiiaa! Y así sucesivamente.

Otro ejercicio de transmisión de energía entre unos y otros consistió en hacer un círculo estirando los brazos hacia al centro proyectando nuestra energía. Después se señalaba un compañero y había que transmitirle la energía a él. Aquel que se colocaba en medio con los ojos cerrados tenía que dirigirse hacia donde la energía le llamara y chocar las manos con el compañero señalado anteriormente. Aunque no se acertó, muchas veces estuvo muy cerca de atinar cuando el del medio se dirigió al compañero que estaba justo al lado del que se indicó.

Para mejorar la sincronización con el compañero el siguiente ejercicio consistió en caminar por el espacio deteniéndonos y focalizando cuando Queque nos lo indicaba para después detenernos cuando nuestras miradas se cruzaran con las de algún compañero, juntando las palmas de las manos e inclinándonos hacia delante o agachándonos para coger impulso y saltar hacia arriba chocando las manos con el de enfrente, según el gusto de las parejas eso sí, siempre sincronizados y focalizando.

Para ir entrando en la dinámica de gestual se camino por el espacio y se indicó un foco, un punto concreto que hacía transformarte completamente cuando pasabas o estabas muy próximo a él. Este hizo convertirnos en personajes tristes, furiosos, alegres, enamorados, dormilones…

Después de focalizar, concentrarnos, sincronizarnos… entramos de lleno en el gestual dividiéndonos es dos grupos e interpretando aquello que Queque nos indicaba.
Así aparecieron en el aula de expresión mariquitas que hacían un concurso de vuelo (aunque alguna no sabía volar) aves rapaces que luchaban contra el viento, escorpiones que seguían un ritual especial a la hora de atacar o uruguayos del sudeste de África que estaban en apareamiento.

Por último y como estaba cerca la Navidad se hizo un concurso de bandas en la que cada componente tenía que improvisar un ritmo o sonido para acompañar a un cantante que entonaba un villancico o cualquier melodía que le viniera en mente.
De esta forma surgió un concurso muy reñido y divertido en el que se escucharon sonidos indescriptibles, bailes indescifrables y canciones inesperadas.

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