jueves, 12 de marzo de 2009

Sesión 8 ( 6-Marzo-2009) [Crónica de Estela]

Puesto que Abel tuvo que irse algo antes y no pudo vivir la sesión íntegra, esta semana no va a ser él quien os haga la crónica de lo que pasó. Pero no sufráis, volverá.

Era la última sesión con Darío y aunque con algunas bajas comenzamos a preparar la sala para lo que se avecinaba, el último punto de vista que íbamos a trabajar, la arquitectura. Entramos en el armario y sacamos el plinto (que pesaba al menos el doble de lo que sería normal por la capa de polvo que lo cubría), movimos los rollos y los bancos suecos. Y, cuando todo estaba colocado por fin, comenzamos a limpiar. Una pasada de la escoba y el trapo y todo como nuevo.

Bueno, ya estaba todo listo, era la hora de empezar y Darío nos sorprendió con “apuntes”, un breve resumen de lo que hemos estado trabajando. Tras una lectura rápida de los diferentes puntos de vista del método nos pusimos manos a la obra.

Empezamos andando por el espacio de manera libre y marcamos figuras que repetíamos una y otra vez con diferente amplitud. Cambiamos el tipo de desplazamiento e introdujimos los diferentes elementos de arquitectura que habíamos preparado. Jugamos con ellos, con los diferentes desplazamientos y con nuestros compañeros.

Ya podíamos empezar. En grupos de cinco y con los nuevos elementos que componían ahora el escenario fuimos saliendo y creando nuevas figuras, nuevos movimientos, nuevas relaciones... Hasta que de pronto, en uno de los grupos, nació una historia. Fue un momento casi mágico. Todo lo que estaban haciendo tenía un sentido, una relación con lo anterior, y todos estaban perfectamente coordinados. Estábamos empezando a aceptar las propuestas de los demás sin elaborar una propuesta nueva hasta agotar la anterior. Además mantenían nuestra atención con miradas en determinados momentos que nos hacían estar alerta para ver lo que iba a suceder a continuación. Después de todo esto, todos trabajamos con más entusiasmo si cabe. Esperando que algo parecido sucediera. Y fue así como nacieron otras historias. Algunas que desconcertaron un poco, como el ladrón de calcetines, en la que nadie sabe por qué Abel fue quitándonos los calcetines a todos y al final terminamos tirándonoslos unos a otros. También comenzamos a jugar en el armario con juegos de manos y pies. Armario que luego convertimos en una especie de cárcel donde Sergio pasó bastante tiempo porque Javi, que comenzó dominandonos a todos, no le dejo salir hasta que Víctor le ayudó. Todos trabajábamos sobre la misma historia y nuestros movimientos tenían ya una intención dentro de una historia conjunta.

Qué más decir. Estos días de trabajo con Darío han sido INCREÍBLES. Ha sido un ciclo intenso pero a todos se nos ha hecho corto, y es que nos hemos reído y hemos disfrutado en cada momento de las sesiones.

1 comentario:

Angi dijo...

Me alegro mucho de que hayais disfrutado al máximo las sesiones de Darío. ¡¡Sois la caña, chicos!!!